Buena parte del cine actual más interesante se mueve entre las fronteras de lo real y lo no real, entre el documental y la ficción... Directores imprescindibles como Jia Zhang-ke o Kore-Eda... Apichatpong Weerasethakul, realiza una película (misterioso objeto), que es quizás un cuaderno de notas de ese movimiento, de esa búsqueda, un día, un mediodía. Álvaro Alda parte a su encuentro, sigue los trazos, las huellas, que el director tailandés a ido dejando inscritas en el negativo, en un ensayo apasionante, serie noir...

 

¿Es posible registrar la realidad objetiva, la verdad, a través del medio cinematográfico? ¿O es el resultado obtenido tan sólo una representación de la misma? El cine documental, como género, nació en esencia como oposición al carácter manipulador del cine de ficción, y rápidamente se refugió tras el ambiguo concepto de realidad. Pero con el tiempo, muchos se cuestionaron, en su intento por encuadrar ambas categorías, si realmente era efectivo como acercamiento a la verdad, y según fueron profundizando en este aspecto, la incertidumbre aumentó. La pregunta clave parece estar en el mismo concepto de registro, que va unido, forzosamente, al de percepción. ¿Qué hay de la propia personalidad del cineasta en lo filmado? La verdadera razón del documental deja de tener sentido, desde el momento en que es el director quien selecciona lo filmable, desde que se posiciona y elige un punto de vista. Desde ese instante hablamos de un acto creativo. Lo que nos lleva a una cuestión aún más delicada y compleja, ¿cómo rastrear lo real en la experiencia subjetiva del cineasta y/o del espectador? Si la verdad captada no deja de ser una percepción y es por tanto una experiencia individual (determinada por un sistema cultural y un tiempo histórico concretos), ¿no perdería así su sentido la relación realidad-verdad? Si esa realidad percibida ya no es verdad, entonces debe ser necesariamente representación (o irrealidad). Si es así, ¿cómo puede entenderse el documental como medio de registrar esa verdad?

El debate iniciado con las nuevas corrientes en los años cincuenta y sesenta, en relación con el documental y su enfrentamiento dialéctico con el cine de ficción no parece haber llegado a un punto concluyente. Y la tendencia, cada vez más firme y extendida, es la de alcanzar la natural unión de ambos medios, liberándolos de las restricciones genéricas. El quimérico intento por delimitar la frontera donde termina el documental y comienza la ficción resulta cada vez más inútil, sobre todo, teniendo en cuenta que la división tradicional que relacionaba la ficción al proceso de puesta en escena al que se le ha eliminado el componente de azar, y al documental, con el proceso por el que la cámara recoge la realidad tal cual es presentada, sin ningún tipo de artificio ni modificación por parte del director, hace tiempo que fue desbaratada por el trabajo de ciertos cineastas (Kiarostami, Erice, Godard, Guerín, Chris Marker y otros tantos) que transitan con frecuencia, cada uno desde distintas perspectivas, por esa endeble frontera, y para los cuales, ambos principios, realidad y ficción, se entremezclan y se alimentan uno del otro. Opinión compartida por Apichatpong Weerasethakul, para quien la realidad en el cine es algo inalcanzable, y su búsqueda, innecesaria, "yo no creo en el documental de la forma en que es considerado tradicionalmente. No creo en la realidad en el cine. Para mí no hay realidad, porque el cine es un medio muy adulterado. Así que incluso lo que tú llamas documental no está representando la verdad, porque es demasiado subjetivo y no puedes crear algo como un film sólo para mirar cosas ciertas" [1]. No obstante, esta declaración de intenciones no significa expresamente que no le interese captar la realidad no fílmica, esa verdad irrepresentable, como materia prima sobre la que elaborar su ficción. Y tampoco que quiera prescindir del documental (habría que hablar, tal vez, de cierta estética o estilo documental) como estrategia de aproximación, consiguiendo así negar el mismo principio sobre el que se sustenta. De esta forma, lo que se pretende no es otra cosa que registrar la realidad para dar una representación, necesariamente ficcional, de la misma, es decir, una interpretación de la realidad. Y para ello no le queda otra opción que navegar entre dos aguas, por el territorio que varios críticos han dado en llamar, la no-ficción, espacio indefinido donde ambas representaciones confluyen, se fusionan y pierden sus definiciones originarias.

Y es en ese ámbito de la no-ficción, donde Mysterious Object At Noon se perfila y traza su discurso. Al mismo tiempo que asimila los objetivos y los códigos formales del documental, se apropia de las particularidades que caracterizan a algunas de las corrientes que nacen de ese cine limítrofe. Como es el caso de la utilización, en el montaje de su obra, de material ajeno a ella, ya sean fragmentos de otros documentales, escenas televisivas o discursos radiofónicos. Lo que habitualmente se conoce como found footage (o "metraje encontrado"), técnica que prosigue las ideas dadaístas de Marcel Duchamp, casualmente uno de los ídolos del autor del film. De esta forma el montaje no es utilizado expresamente para dar continuidad y forma a los hechos presentados, sino que obedece a un orden discursivo que transforma el contenido semántico de ese material y el del contexto en el que se incluye. Habría que aceptar también su carácter de docudrama, pues los hechos recogidos, supuestamente reales, son puestos en escena por actores o por los propios protagonistas. Incluso, por su naturaleza introspectiva, se acercaría, aunque con reservas, al ensayo cinematográfico, logrando así una inteligente reflexión sobre las contradicciones del medio documental y su relación con la ficción, ya que la utilización de todas estas técnicas no son un simple capricho del director, sino que son presentadas como representaciones de la realidad, para a continuación ser desmontadas, con la idea de descubrir la mentira que descansa detrás de la verdad, o más bien, de lo que el espectador percibe como verdad. Intención, esta última, que intentaremos desentrañar en este humilde ensayo.

 

[1] Apichatpong Weerasethakul a Michael Koresky en Transformers: More Than Meets The Eye - A Conversation With Apichatpong Weerasethakul. Reverse Shot Online (www.reverseshot.com). Verano 2005.

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