D
Í A · O C H O
Jueves
5 de Mayo, y octava jornada del BAFF. Fecha marcada desde que el horario
llegó a mis manos por contener durante el mismo día
tres de los mejores títulos proyectados a lo largo del año
pasado en distintos certámenes: "Café Lumiere"
de Hou Hsiao-Hsien, "The World" de Jia Zhang-Ke, y "Tropical
Malady" de Apichatpong Weerasethakul.
Para empezar podría
decir que, aunque parezca absurdo, un festival no es (en ocasiones)
muy adecuado para reflexionar mucho sobre lo que ve. Acuño
esta afirmación porque para disfrutar plenamente de los tres
títulos de ayer se necesita una tarde entera, un tiempo para
reflexionar y digerir el cine tan complejo que nos proponen estos
tres realizadores. Así, tras 7 días de certamen, 17
películas a mis espaldas y una carencia acusada de horas de
sueño, ya se dificulta la comprensión de una obra tan
abstracta como puede ser, por ejemplo, la propia "Tropical Malady".
El primer toro de
la tarde venía con el sello del taiwanés Hou Hsiao-Hsien.
En este caso en particular y para que el que suscribe, es un gran
handicap el hecho de no conocer prácticamente su obra anterior
(a excepción de "Millenium Mambo"), y por tanto desconozco
de donde procede y hacia donde camina su discurso (no os quejéis
que por lo menos uno es sincero). "Café Lumiere"
se nos presenta como un homenaje de este director a Yasujiro Ozu,
debido al centenario de su nacimiento. Y esto es lo que es. Hsiao-Hsien
dibuja un retrato de unos personajes tal y como Ozu lo hubiera hecho
si todavía viviera. Para ello, los capta en un momento de su
vida, nos lo presenta y los vuelve a despedir, sin saber que será
de ellos. Así,
en su puesta en escena rescata planos de "Cuentos de Tokio"
o de "Buenos Días" y nos brinda una gran cantidad
de tomas frontales y de encuadres a pie de tatami, tan habituales
en el cine del maestro japonés. Obviamente no solo estéticamente,
Hsiao-Hsien homenajea a Ozu, sino que "Café Lumiere"
se centra en una temática que gustaba mucho a éste,
como el desencuentro entre padres e hijos, con el tema del matrimonio
entre las nuevas generaciones y un estilo de vida no aceptado por
sus familiares. Los dos personajes principales del film son una chica,
que investiga la vida de un compositor y un chico (interpretado por
el versátil Tadanobu Asano) que complementa su trabajo en una
librería con su pasión: grabar los sonidos de los trenes.
Entre ellos se establece una relación extraña, entre
la amistad y el amor pero que no explota en ningún momento,
adaptándose al tempo sosegado del film con la incomunicación
como foco de ella. La mezcla entre las imágenes y la banda
sonora conforman un cóctel hipnótico, un homenaje de
un gran cineasta a otro. ¿Ha ido Hsiao-Hsien más allá
del simple homenaje? Por lo visto creo que no, pero desconociendo
la carrera de este director, puede que no esté en buenas condiciones
para afirmarlo.
"The World",
dirigida por el chino Jia Zhang-ke me ha parecido uno de los mejores
largometrajes que se han exhibido en esta edición del BAFF.
A pesar de ser su primera película que ha podido ser vista
abiertamente en China, maneja un discurso igual de punzante que en
anteriores obras, como "Unknown Pleasures" o "The Platform".
Repleta de denuncia en cada uno de sus fotogramas, "The World"
es un film altamente metafórico, lleno de detalles y muy complejo,
que requiere algún que otro visionado más para su total
comprensión. Zhang-ke nos sitúa en un parque temático,
algo así como un mundo en miniatura donde están presentes
las maravillas del mundo, para que de esta manera los chinos puedan
visitarlos sin tener que abandonar el país. Aquí nos
presenta a sus personajes, una bailarina, un guardia de seguridad,
un trabajador, seres que viven en un hastío permanente, en
una tristeza que se repite a lo largo de todos esos mundos imaginarios
que van visitando (Ulan Bator, París, Japón), aparentemente
distintos pero igualmente frustrantes.
El
director plantea una doble alegoría: por un lado, la llegada
de estas personas del mundo rural a la urbe civilizada (tema también
en la premiada "Passages"), con el complicado paso del socialismo
al cambio capitalista, y por otro, a un nivel mucho más general,
el acercamiento de este gigante asiático al desarrollo mundial,
olvidándose de sus propios habitantes y dando una apariencia
de normalidad y adaptación que no concuerda con el hombre de
a pie. Los protagonistas de "The World" se debaten entre
la supervivencia y las relaciones con los demás, pero se mantienen
estáticos en un mundo globalizado que no para de moverse. El
ritmo parsimonioso de sus imágenes junto a la banda sonora
con aires "new age" no hacen sino acentuar el estado de
ostracismo en el que se hallan. Así, a lo máximo que
pueden aspirar es a volar en un simulador sobre la torre Eiffel o
a vivir en el mundo imaginario de los sms de los móviles. Jia
Zhang-ke experimenta con la imagen al incluir animaciones manga para
mostrar dichos mensajes y construir de este modo, dicho mundo irreal.
"The World" se eleva por méritos propios como uno
de las películas más complejas del certamen, obra sobre
la que reflexionar de manera calmada, y que sitúa a su creador
como uno de los directores más visionarios del mundillo cinematográfico.
A seguir creciendo...
Finalmente, si hubiera
tenido que elegir un largometraje con el que terminar la jornada,
ese no hubiera sido "Tropical Malady". Pero claro, no se
puede dejar de ver a la mejor película del 2004 según
la prestigiosa Cahieurs du Cinema. Hay que ser muy valiente o estar
rematadamente loco para situar a este film en dicha posición,
pero supongo que a los críticos de esta revista se le perdonan
estas "cositas".
Mientras
¿disfrutaba? de esta obra maestra (para algunos) / tomadura
de pelo (para otros), me preguntaba cuál es futuro de este
joven arte llamado cine. Supongo que en este momento de crisis de
las industrias más importantes (Hollywood y Europa) se necesitan
otras miradas, otros conceptos con los cuales el espectador pueda
agarrarse a la butaca. Muchas corrientes cinéfilas se han apoderado
de la pantalla, han madurado y han envejecido, y ahora son otras las
que toman su lugar. También supongo que ya no se escriben guiones
tan geniales como los de "Ciudadano Kane" o "Casablanca",
y que deben ser otros aspectos fílmicos los que muevan a esta
industria. Y por último también supongo que un director
como Apichatpong Weerasethakul sea uno de los pilares de este nuevo
movimiento, que se olvida de un sólido guión o de una
narrativa coherente para enfrentar a los espectadores a la pura abstracción,
y a la presentación de los sentimientos más puros de
las personas. Realizadores como Tsai Ming-Liang o el último
Kim Ki-Duk desnudan a sus protagonistas, despojándolos de artificios
y dejando a luz sus más profundos sentimientos. Y es esto lo
que consigue Weerasethakul en "Tropical Malady".
Su película
está seccionada en dos partes. En la primera se nos cuenta
la relación homosexual de un soldado con un joven del pueblo.
La relación es tremendamente idílica y muy bien planteada,
en base a miradas y palabras, pero en un ambiente cargado, donde la
pasión puede surgir en cualquier instante. También hay
un paseo por Tailandia, tanto la urbana (con su karaoke, con los travellings
en coche por su noche) como la rural. A los sesenta minutos de metraje,
fundido en negro. De repente se nos cuenta la historia de un chamán
que puede transformar su cuerpo y convertirse en una bestia. El soldado
de la primera mitad se lanza a la selva para cazar a esa bestia que
está matando al ganado. Esta segunda parte, que bien podría
ser una historia diferente, se mueve en un terreno onírico,
de cuento tradicional, donde la fantasía se intercambia con
la realidad, y en la cual apenas hay diálogos.
La búsqueda
de esa bestia, de un fantasma, o de no se sabe bien que, culmina con
un final sorprendente, igualmente fantástico y totalmente metafórico.
Solo si el propio espectador es capaz de comulgar con esa idea e imbuirse
en la historia, puede ser capaz de conectar realmente con el film.
Un servidor, dada la situación en la que estaba, no pudo. Solo
pido (si alguien realmente puede leer esto) que se nos brinde la posibilidad
a todos de verla, para que cada uno emita su juicio y que esta obra
no se estanque en el paladar de aquellos que nos consideramos cinéfilos.
Que se estrene, para que uno pueda quedarse hasta el final o pueda
abandonar la sala (y doy fe de que muchos lo hicieron).
Gran día
de cine. Mañana, penúltima jornada y clausura.